Ollanta el líder con pies de barro.
Perú y México, dos países hermanos y con muchas similitudes culturales, raciales, composición social, e idioma, entre otras muchas particularidades, tuvieron en el presente año sus respectivos procesos electorales, y aquí hacemos un paralelismo que nos permiten ver coincidencias y diferencias en dichos procesos, así como los liderazgos de los principales actores en las respectivas contiendas democráticas.

En México el candidato del partido de gobierno y actual presidente electo Felipe Calderón ganó ajustadamente las elecciones al líder izquierdista Manuel López Obrador.

En el Perú el partido de gobierno no logró inscribir candidato, castigado en las encuestas en gran parte del gobierno del presidente Toledo y a pesar que este logró recuperar la reconexión con el pueblo, la misma se produjo en el último tramo de su gobierno. El candidato que blandió las banderas izquierdistas, Ollanta Humala, de prédica radical, prefería definir a su movimiento como nacionalista. Las otras candidaturas de izquierda quedaron atomizadas y ni siquiera superaron la valla electoral del 4% que se había establecido por ley a partir de estas elecciones.

Tanto Perú como México, cuyos gobiernos desarrollaban unas políticas de corte liberal, de apertura de mercados y de proximidad al gobierno de los Estados Unidos de Norteamérica, vieron amenazadas la continuidad de estas políticas que habían permitido el crecimiento de sus economías, ante el avance arrollador en las preferencias electorales de Humala y López Obrador respectivamente con sus discursos radicales y de izquierda.

Los dos principales candidatos opositores y con muchas posibilidades de ceñirse las bandas presidenciales de sus respectivos países, Humala y López contaban con el padrinazgo del controvertido presidente venezolano Hugo Chávez. Aunque el mexicano deslindó con el líder venezolano, en el caso de Humala nunca lo hizo, es más uno de los congresistas de su partido ha dejado entrever que habría recibido millonario financiamiento de Chávez.

¿Porqué las candidaturas izquierdistas radicales y/o nacionalistas, casi ganan las elecciones en sus respectivos países?...¿Porqué si aparentemente la economía de ambos países estaba relativamente bien, sus pueblos preferían votar por la aventura de políticas estatistas, y /o controlistas que ya habían fracasado en el pasado?

La respuesta está en que las cifras macro económicas estaban bien, pero este bienestar no se sentía en los bolsillos de las masas populares. También está la idiosincrasia y bajo nivel educativo de nuestros pueblos, que creen en líderes mesiánicos aunque después renieguen de estos. Ellos quieren creer en algo o en alguien que los saque de sus problemas de pobreza y de marginación, aunque con su elección vean después agravada su situación, porque no hay varitas mágicas que solucionen de la noche a la mañana problemas estructurales que datan desde la colonia de sus respectivos países.

Los españoles conquistaron a incas y aztecas y les impusieron un idioma, una religión, costumbres y condiciones que aseguraban su dominación. Con el tiempo estos pueblos lograron su independencia, pero se han visto expuestos a gobiernos caudillistas, golpes militares, corrupción y tantos otros males de nuestras democracias, que han sumido a gran parte de nuestros pueblos a la pobreza y a la frustración. Por lo tanto para las clases pobres, si el sistema no ha logrado que ellos superen sus problemas, debería cambiarse el sistema, y los discursos de estos líderes mesiánicos calza a la perfección con las expectativas de estos sufridos ciudadanos.

A diferencia de México, donde de los dos contrincantes principales del ultimo proceso electoral, el candidato perdedor López Obrador congrega multitudinarias adhesiones; en el Perú, el candidato perdedor de la segunda vuelta – Ollanta Humala- se ha desinflado y de acuerdo a los sondeos de opinión ha perdido la fuerza electoral que le permitió ser el outsider de las pasadas elecciones.

Según la encuesta publicada el pasado domingo 17 de setiembre del 2006 en el diario El Comercio, el 68 % de los peruanos desaprueba el desempeño de Ollanta Humala, solo un 20 % lo aprueba y 12 % no precisa. El sondeo fue realizado en 16 ciudades del país y refleja el desencanto de las clases populares, quienes acogieron el lenguaje provocador y en cierto modo violentista del comandante.

En Perú el candidato perdedor tuvo que admitir su derrota, ante unas elecciones limpias y transparentes, aunque después faltando a las costumbres democráticas no saludara al presidente electo Alan García. Parece, según denuncia de un disidente parlamentario electo de su partido, que tuvo la intención de autoproclamarse presidente en Arequipa, pero la oportuna denuncia frustró el plan.

En México en cambio, al parecer hubieron algunos problemas en el conteo de votos y López Obrador no reconoce la proclamación de Calderón como presidente electo, por el contrario se ha proclamado como “presidente legitimo de México”.

México tiene ahora “tres presidentes” uno gobernante, el saliente Vicente Fox, uno proclamado electo Felipe Calderón y uno autoproclamado López Obrador. Esperan horas difíciles al pueblo mexicano, porque los seguidores del líder izquierdista han prometido boicotear la asunción de mando de Calderón y en el futuro se pueden producir conflictos sociales que pueden afectar la gobernabilidad de ese país.

En cambio acá, felizmente para los peruanos, el liderazgo de Humala se ha derrumbado y ya no puede controlar a su partido, es inminente el quiebre de la alianza UPP (el partido vientre de alquiler del nacionalismo) y el movimiento político de Humala Partido Nacionalista Peruano en el Congreso de la Republica.

Para muestra un botón: el candidato de Humala para la alcaldía de Lima, Gonzalo García sólo alcanza el 2% de las preferencias electorales, lo que demuestra que Ollanta Humala era un líder con pies de barro.

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