¿Constitución del 79 o del 93?
Si bien la constitución de 1979 fue firmada por el patricio Víctor Raúl Haya de la Torre, líder y fundador del APRA, y tiene por lo tanto una significación sentimental y romántica para los apristas, la misma se redactó en otro contexto de espacio y tiempo histórico, parafraseando una cita usual y sentida en los partidarios de la estrella.
Eran épocas en que todavía prevalecía la pugna entre el oso soviético y el águila americana por el dominio mundial. Eran tiempos donde predominaba la llamada guerra fría entre las dos superpotencias. Era un mundo bipolar, donde la confrontación ideológica era entre el este bajo influencia estadounidense y el oeste que agrupaba a los países dentro de lo que se denominaba la cortina de hierro, bajo el “manto protector” de antigua URSS. Eran tiempos donde China se había enclaustrado hacia si misma, desarrollando una economía cerrada y primaban los dogmas comunistas de Mao.
En ese contexto se discutió la carta magna de 1979. Se podrá argumentar que participó , además del APRA y los partidos de la izquierda peruana, el Partido Popular Cristiano, catalogado como derechista, y que por lo tanto fue una constitución concertada que recogía el sentir de los principales partidos políticos, predominantes aquel entonces.
Pero precisamente los partidos tuvieron que negociar, acorde a los criterios preponderantes en el mundo en ese tiempo, para que dicha constitución viera finalmente la luz. Además que había un cronograma corriendo para el retorno a la democracia, luego del largo período de dictadura militar.
Posteriormente el mundo vio derribarse el muro de Berlín que simboliza el derrumbe de la Unión Soviética, con lo cual ahora vivimos en un mundo unipolar.
En el Perú, se produjo el autogolpe de Alberto Fujimori, quien para calmar la presión internacional convocó un Congreso Constituyente, que redactó la actual constitución de 1993. El cuestionamiento a esta constitución deriva del hecho que la firmara Fujimori, y por lo tanto hay un componente político moral y ético por tratarse de alguien que violó la constitución vigente (del 79) que había jurado respetar.
Hasta aquí tratamos sobre el origen de las dos constituciones. Una políticamente intachable y la otra con una mácula de origen.
El problema estriba en que la primera conjuga los postulados imperante en ese tiempo de un mundo bipolar. En su espíritu, es posible la nacionalización de recursos naturales, ahora algo anacrónico en el Perú, que se rige por una política de mercado, de competitividad y de apoyo a las inversiones privadas.
La constitución de 1993 está mas acorde a la realidad de nuestros tiempos, especialmente en el régimen económico y social.
Es verdad que a la actual constitución se le debe hacer cambios puntuales, para modernizarla y también para recoger los cambios que el Congreso debe recoger. A nuestro gusto, volver a la bicameralidad para evitar las casi 400 normas observadas por el ejecutivo desde los tiempos del presidente Toledo, claro está que conservando en lo posible el nivel de gasto que representa el actual parlamento unicameral. Considerar un cambio del sistema electoral en dos organismos autónomos, uno jurisdiccional (el JNE) y el otro operativo electoral, de la fusión de parte de Reniec y la ONPE, tal como analizáramos en un pasado artículo ( la función de identificación civil proponíamos que pasara al Ministerio del Interior).
Y así por el estilo, la constitución vigente debe recoger todos los cambios políticos necesarios y no generar inestabilidad por romanticismos restituyendo la constitución del 79, por muy sentidas que sean para los parlamentarios apristas y nacionalistas, Sobre todo, para estos últimos, que prácticamente han paralizado las necesarias reformas que deben efectuarse en el poder judicial, por consideraciones dogmáticas de querer imponer la restitución de una constitución que ahora resulta desfasada en el tiempo .
Señores los tiempos han cambiado y hay que estar a tono con las reales necesidades del país. Si hasta China que tenía una economía netamente comunista y cerrada, cuando se firmó nuestra carta del 79, ahora emerge como una incontenible potencia económica mundial, con políticas que antes recusaba; con mayor razón el Perú debe tener una carta magna moderna que sea el eje motor que promueva nuestro desarrollo y bienestar.
Etiquetas: opinión
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