Tomando el salvavidas que le lanzó Lourdes Alcorta de Unidad Nacional, para que señale a los corruptos que han realizado las abortadas compras de patrulleros y pertrechos antimotines, el ministro del Interior Luis Alva Castro removió de su cargo al jefe de logística, general PNP Dalmacio Zambrano Risco, a la secretaria general de ese portafolio, Nelly Rodríguez, además de otras 18 personas que tomaron parte en la compra de los pertrechos antimotines para la Policía Nacional.
Ministro Alva Castro
Después de la cerrada defensa que hicieran el ministro Alva y el propio presidente de la republica, Alan García, de la “excelente” compra de los patrulleros chinos, después ambos tuvieron que dar marcha atrás. Alva también defendió la compra sobrevalorada de pertrechos antimotines, y cuando el asunto era ya insostenible, ha tomado el salvavidas lanzado por UN, licenciando a su personal de confianza. De esta forma el ministro aprista quiere salvar el pellejo de la censura y seguir aferrado al cargo, para el cual ha dado señales de una clamorosa incapacidad.
Con toda seguridad, ya se deben haber pactado arreglos para evitar la censura del ministro. Algunos congresistas “pisan fuerte”, para después negociar favores personales o de grupo. Así que no sería de extrañar que los congresistas de Unidad Nacional reconsideren su intención de interpelar a Alva, con Lourdes Alcorta a la cabeza, y que le salven el cuello al ineficiente ministro.
Pero de ser así, ¿merece el país un ministro que con toda seguridad seguirá metiendo la pata? No decimos que Alva Castro esté involucrado directamente en los hechos de corrupción de su portafolio. Eso lo determinará una investigación seria de la Contraloría y en todo caso el Poder Judicial.
Pero después de los reiterados errores del ministro Alva Castro, éste, por ética y dignidad ya debería haber renunciado, tal como sucedió con su antecesora Pilar Mazzetti, y libera al Ejecutivo de una pesada carga. Pero como al parecer el vapuleado ministro tiene vocación de tornillo, el presidente García debería efectuar el refrescamiento de su gabinete, sobre todo en esa importante cartera, como la del Interior. Salvo que el presidente quiera seguir bancando a un ministro lastre, cuyo descrédito arrastra de paso la imagen presidencial.
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