Bush insiste en la reforma migratoria
El presidente George W. Bush intentará este martes revivir en el Senado el debate sobre la reforma migratoria, a pesar de que el último intento fracasó debido al poco apoyo de su propio partido.
El mandatario sabe que si no logra que el congreso analice el proyecto antes de diciembre, entonces lo más seguro es que termine su gobierno sin una reforma migratoria, que fue una de sus promesas que hizo al llegar al poder hace 6 años.
Bush se juega las últimas cartas para hacer aprobar la reforma antes de las elecciones.
El tema de inmigración es muy polémico, divide tanto a republicanos como a demócratas y los analistas coinciden en que será difícil avanzar mientras más cercanas estén las elecciones presidenciales de noviembre del 2008.Bush, quien almorzará con los miembros de su partido en el capitolio, tratará de convencer a los más reticentes a que una reforma es necesaria porque la situación actual es insostenible.
"Lo podemos hacer"
Pese a todos los obstáculos, no es la primera vez que el mandatario logra convencer a su bancada. Lo hizo en el 2005 con la aprobación del CAFTA, el Tratado de Libre Comercio con Centroamérica.
El mandatario asistirá este martes por primera vez en cinco años al almuerzo semanal de los senadores republicanos con la esperanza de cambiar alguna de las posiciones más inflexibles.
"Creo que lo podemos hacer", dijo Bush sobre la reforma migratoria hablando este lunes en Sofía, Bulgaria.
"Dimos dos pasos hacia adelante en el tema migratorio y uno hacia atrás y ahora trabajaré con aquellos que están enfocados en obtener un proyecto migratorio para comenzar a dar pasos hacia adelante otra vez", indicó.
Pero aún antes de que llegue a los pasillos del congreso, sus correligionarios ya la advirtieron que no espere demasiado.
Fracaso
La iniciativa de ley fracasó el jueves pasado en el Senado, ya que los republicanos insistieron en que necesitaban más tiempo para proponer enmiendas a la legislación.
Algunos de los cambios propuestos por los republicanos contradecían la postura de Bush. Una de las enmiendas, por ejemplo, intentaba sentar las bases legales para una deportación masiva, a pesar de que el propio mandatario ha dicho que esto estaría en contra de los pilares sobre los que se fundó nación.
Los demócratas argumentan que los republicanos sólo pretenden "matar" el proyecto proponiendo un sin fin de enmiendas inviables y los más conservadores admiten esta acusación ya que dicen que una reforma será una "amnistía" para los 12 millones de indocumentados que viven en este país.
De poco ha servido que los propulsores de la reforma expliquen, una y otra vez, que no se trata de una "amnistía" ya que el camino a la ciudadanía será para pocos y con condiciones muy difíciles de cumplir.
El líder de la mayoría demócrata, Harry Reid, ha dicho que Bush necesita garantizar que "los opositores de este proyecto no bloqueen la ruta hacia la aprobación final".
Lo que significa que los demócratas necesitan por lo menos de 7 votos republicanos para cerrar el debate y lograr un voto final.
Es difícil saber si Bush logrará convencer a los más conservadores de su partido, sobre todo cuando no le queda casi ningún capital político tras el fracaso en Irak.
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