El pasado viernes, el presidente Alan García se reunió en Palacio de Gobierno con los principales 200 funcionarios del estado para tratar sobre la modernización del aparato estatal y las políticas que su gobierno piensa implementar en este su segundo período gubernamental.

Entre bromas y algunas disimuladas y elegantes jaladas de orejas a algunos de sus ministros y funcionarios, García disertó sobre un esquema del estado tomando como analogía el cuerpo humano. El cuerpo humano es funcionalmente, la máquina mas perfecta que cualquiera que haya creado el hombre, por lo tanto es bueno la expectativa gubernamental de llegar a tal grado de perfección.

Pero a mas de seis meses de gobierno, el presidente recién toma en consideración algunas cosas que debieron tenerse en cuenta desde el inicio del mandato. Decía el primer mandatario “mi mujer siempre me dice que hay que establecer las líneas de base”, para establecer las metas, o sea determinar donde estamos ahora y adonde queremos llegar al final del gobierno.

Esto es algo que desde esta tribuna siempre reclamamos (ver “Los retos del gobierno de Alan García”, del 30 de Julio 2006) y parece que el presidente al fin se ha dado cuenta de la importancia de establecer los objetivos, así como determinar los plazos en los cuales se puede ir moni toreando los avances de las metas trazadas. De esta forma se podrá evaluar la eficacia de los funcionarios encargados de llevar acabo tales metas, y como consecuencia relevarlos si fuera el caso, si no cumplen con los parámetros preestablecidos.

Se nos pasa el gobierno y aún no hemos hecho nada decía García, golpeado en una semana de sonados escándalos por licitaciones sobre valoradas. Y la verdad es que cuando inició este gobierno, parecía un torito bravucón y correlón que sale al ruedo brioso y bufando, embistiendo a todo lo que se mueve (léase los ataques al anterior gobierno). Se puede entender en la necesidad de García de conectarse con la ciudadanía para despejar las dudas que inspiraban los recuerdos de su primer gobierno, pero no puede gobernar todo su período haciendo piruetas para las tribunas..

De acuerdo a lo que manifestábamos entonces, el gobierno cayó en la trampa de la acción, ya que al no tener los objetivos claros y bien definidos, así como los indicadores de gobierno (las líneas de base que argumentaba el presidente) se empieza a correr cometiendo errores en el camino.

Al tener la caja fiscal boyante como nunca antes se había tenido, por lo menos en las últimas décadas, el gobierno anuncia un shock de inversiones y da el Decreto Supremo 024-2006 para fijar procedimientos abreviados con el fin de gastar rápidamente, estableciendo precios referenciales para las licitaciones hasta con una sola cotización. Los resultados saltan a la vista. Escándalo en la adquisición de patrulleros para el ministerio del Interior, dejándose sin efecto otras licitaciones convocadas para medicinas, y otros equipamientos para el mismo ministerio. Caída de la ministra Mazzetti. Escándalo en el ministerio de Salud, con la compra de ambulancias. Jalón de orejas para el ministro respectivo. El Ministro de Educación se curó en salud y anuló otra licitación con evidentes visos de sobre valoración . Problemas todos generados por el afán de “correr” dejando flancos vulnerables a la corrupción.

Retomando la disertación de García a los 200 mayores funcionarios del estado, dice el presidente que la democracia también es el derecho a equivocarse, en alusión a las trabas que pone el SNIP, que es el organismo encargado de evaluar la viabilidad de los proyectos, frenando las ansias de gastar mas rápidamente en los proyectos de alcaldes y presidentes regionales, y de paso también para el gobierno central. Entonces García enfila sus baterías contra ese organismo. Según García, los alcaldes y presidentes regionales tienen el derecho a equivocarse. Nosotros diremos que se equivoquen, pero no con la plata del pueblo.
Las equivocaciones en el primer gobierno de García costaron mucho al país, y no repitamos la misma historia ahora desde los gobiernos regionales.

Aprendiendo de otras realidades, la última gran crisis argentina, hace pocos años, se debió en gran parte a los errores de sus autoridades regionales, que se endeudaron creando déficit gigantescos para ese país, que después tuvieron que sufrir todos los argentinos.

También decía García que debe delegarse funciones. Todo aquello que pueda hacer el gobierno municipal que lo haga el gobierno municipal, de igual forma los gobiernos regionales, quedando para el gobierno central, lo normativo y los grandes proyectos nacionales. Decía García, que el presidente no es ningún figureti. Le tomamos la palabra y esperamos ya no ver al presidente García abriendo un grifo de agua para inaugurar la instalación de ese servicio a tal pueblo joven. Que deje esa tarea al alcalde respectivo, presidente regional o ministro de vivienda en el peor de los casos. Y así por el estilo en otros rubros de la vida menuda nacional.

Queremos un presidente menos figureti y mas centrado en resolver los grandes temas nacionales. Como dice señor presidente, el gobierno se le pasa y aún no ha hecho los grandes cambios, las grandes reformas que el país necesita.

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