Seis meses de pirotecnia política
Han transcurrido 180 días desde que Alan García asumiera su segundo mandato presidencial. Nos hubiera gustado comentar avances significativos en reformas estructurales que el país necesita; en cambio debemos decir que, por el contrario, el primer mandatario de la nación se ha dedicado a la pirotecnia política, en un afán desesperado por hacer “fintas para las tribunas” en busca del aplauso inmediato, que iniciar las reformas urgentes en temas como la reforma judicial, o avances significativos en salud, educación, reforma del estado, etc.

Parece que el presidente ha olvidado que ya está en el poder y no en campaña presidencial, y que debe dedicarse a gobernar, a tomar decisiones trascendentes y no los continuos discursos para encandilar a las masas con temas como la pena de muerte para los terroristas, para los violadores de niños que asesinen a sus víctimas. Para el, efecto, el presidente ha azuzado a las masas, portátil incluida, haciendo gala de una labia exacerbada contra las resoluciones de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, además de lanzar globos de ensayo contra la CIDH por intermedio de sus incondicionales Velásquez Quequén y Mauricio Múlder, así como de su flamante escudero, el Ministro de la Producción, Rafael Rey, quienes esgrimieron disparatadas tesis que iban desde el no acatamiento de las sentencias (que quiérase o no, obligan al estado), hasta la salida del Perú de la CIDH.

Cuando llegó el plazo de los primeros cien días de gobierno, tanto Alan García, como el Presidente del Consejo de Ministros, dijeron que era una exageración pedirles cuentas a los cien días y que este balance debería hacerse a los ciento ochenta días. Bueno, el plazo solicitado ha llegado, pero el gobierno no puede exhibir mayores logros, tal vez por eso últimamente se dedicó a crear cortinas de humo como el de la mencionada pena de muerte.

Se le vio tan acelerado al presidente García, y con unos gestos realmente autoritarios, que hacían temer al Alan de su primer gobierno, tanto así que la opositora, normalmente moderada, Lourdes Flores tuvo que decirle, ¡cálmese presidente!.

Al parecer Alan García ha tomado un poco de valeriana para calmar los nervios, porqué ante las voces críticas que decían que lo que el gobierno estaba buscando con la pena de muerte, era salirnos de la parte contenciosa de la CIDH, García reaccionó positivamente poniendo paños fríos al asunto, aclarando que en ningún momento el gobierno ha pensado en salirse de la CIDH.

Necesaria aclaración que torna las aguas a su nivel. Esperemos que el presidente no siga con la cantaleta de la pena de muerte, enfrentando al parlamento contra la ciudadanía, porqué si el Perú no va a dejar la CIDH, entonces es inviable el pedido de referéndum que García hiciera anteriormente para que sea el pueblo quien defina la aplicación de la pena de muerte.

En este tramo del gobierno, Alan García ha hecho campaña mediática para dar cumplimiento a promesas de campaña efectistas, pero poco significativas para la reformas profundas que no se pueden seguir dilatando. Por ejemplo la ley del concejal joven, que sirve para que unos cuantos ciudadanos jóvenes puedan integrar la lista de regidores, como en los casos de los hijos de la presidenta del congreso y de la ministra de la mujer, cuyos hijos lograron auparse a la municipalidad de Lima como regidores.
Pero otros caballitos de campaña como la inclusión de los 10 primeros alumnos de las universidades del país a la administración pública y la pena de muerte a los terroristas fueron archivadas por el Congreso.

En su desesperación por presentar resultado en sus 180 primeros días de gobierno, Alan G arcía anunció un shock de inversiones, pero el contralor Genaro Matute, le agrió el pastel diciendo que la ejecución de obras conforme al tan anunciado shock no era lo que el ejecutivo pregonaba. Entonces Alan tuvo la atinada medida de ventilar públicamente las diferentes cifras que anunciaban los ministros y el contralor.

Al llegar a la conclusión que los gobiernos regionales y municipales no habían ejecutado los fondos transferidos, su verbo se dirgió contra los presidentes regionales y se llevó de encuentro al Consejo de Descentralización, que debe desarrollar las políticas para la integración regional. No tuvo en cuenta que la transferencia de fondos se había hecho con autoridades regionales saliente, la campaña electoral municipal y regional, y que además las nuevas autoridades deben observar una serie de normas que regulan la ejecución de los fondos públicos.

Claro, que dentro del cálculo político del gobierno, ante la debacle electoral en las pasadas elecciones regionales, se prefiera trabajar uno a uno con los presidentes regionales, para tratar de manejarlos (domesticarlos) con la asignación de fondos de acuerdo a su comportamiento.

También ha sido notorio el objetivo del gobierno de enlodar al gobierno del ex presidente Toledo, y es evidente que lo que se busca es inhabilitarlo políticamente para que no pueda postular para el 2011.

Lo que si hay que destacar del presidente García es que ha tenido el tino de continuar con las políticas macroeconómicas de su antecesor, y menos mal que a pesar del ruido político que se pueda generar, la economía marcha como en control automático. Casi no se ve afectado por la pirotecnia que desarrolla el presidente.

Esperemos que el TLC con Estados Unidos, pueda ser aprobada en el presente año, y así revertir el fracaso en este rubro el año pasado, para dar tranquilidad a nuestros exportadores y la generación de empleo que ello implica.

Para finalizar, esperemos que el presidente García se dedique realmente a gobernar, no a manejar el estado, solamente con el ojo puesto en el retrovisor para desacreditar a su antecesor, sino a tomar decisiones trascendentales para transformar el estado. Recuerde el éxito de su gobierno, será el éxito de todos los peruanos.

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