Alan en su laberinto

"En boca cerrada no entran moscas"
El desmedido afán de exposición mediática del presidente de la república, Dr. Alan García Pérez, lo lleva a cometer errores que poco a poco irán calando en la ciudadanía y que propiciarán efectos contrarios a lo que el primer mandatario busca.

Es conocida la capacidad oratoria y locuacidad del presidente, pero una vez acabada la campaña presidencial, donde su verbo grandilocuente era necesario para encandilar a las masas y lograr su objetivo que era llegar al poder nuevamente; y, después ya en el gobierno, García con una serie de gestos políticos logró la estabilización de su gobierno por los iniciales temores populistas que despertaba su primer ejercicio gubernamental en el pasado siglo, el presidente no debería buscar con una desesperación casi patológica los micrófonos ni las cámaras de TV. para continuar encandilando a las tribunas, porqué como en todo romance todo tiene su tiempo y su lugar.

Hablamos de romance porqué García ha encontrado los medios ideales para hacer un buen gobierno y porqué el inteligentemente ha continuado lo bueno del manejo macroeconómico de su antecesor a quien por cualquier motivo, se ha empecinado en denostar, para bajarle esa aura de triunfo con que Toledo abandonó Palacio de Gobierno al finalizar su mandato. Los precios internacionales de nuestras materias primas propicia que casi en piloto automático nuestra economía vaya bien, lo que permite una estabilidad política y un romance correspondido con el pueblo.

Pero como en todo romance, mucha miel también empalaga y satura. De igual forma, la sobre exposición mediática del presidente también llega a saturar a la ciudadanía, además que como manifestáramos en varios artículos pasados el afán de arremeter contra su antecesor Alejandro Toledo a veces con argumentos baladíes como los trapos de la primera dama, o los perfumes de Shantall, el uso del avión presidencial, etc., con el fin de escandalizar a la población, muchas veces caen en saco roto y por el contrario se ven como intentos por bajar la valla de los logros de Toledo para la necesaria comparación al final de su gobierno.

Eso se comprueba con la llegada de Toledo en su última visita a nuestro país, donde a pesar de la campaña negativa orquestada desde palacio de gobierno, Toledo podría decir como Julio César “vine , vi y vencí”, ya que ante la ausencia del García en el Cade, un triunfante Toledo fue aclamado por la clase empresarial y ejecutivos que habían acudido al evento, además de muestras de cariño popular en los sitios donde el ex mandatario estuvo en los pocos días de su visita.

El último disparate salido de palacio de gobierno es el intento de acusación constitucional contra Alejandro Toledo por el allanamiento del Perú ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos por el asunto de la masacre del penal de Castro Castro durante el gobierno de Alberto Fujimori. Primero un acalorado García anuncia escandalizado el asunto de la sentencia de la CIDH luego los mensajeros de Palacio, Velásquez Quesquén y Mauricio Mulder anuncian medidas contra el anterior gobierno por el citado allanamiento. Ni siquiera disimulan las formas, por qué primero se entrevistan con García y luego salen de Palacio con las cacerinas cargadas para disparar contra Toledo, como para que sea evidente de donde viene la mano.

Esto genera respuestas como la del ex ministro Carlos Bruce, quien dijo que es un intento de la “segundilla aprista” para inhabilitar a Toledo para que no pueda postular el 2011, porqué según él, después de Alan, la segundilla aprista no podría competir con Toledo, y ni siquiera contra Ollanta Humala . Precisamente, en esto último, está lo peligroso del asunto, porqué como también lo hemos expresado con anterioridad, continuar con la cainita costumbre de apuñalar al rival político, provoca un desencanto de la ciudadanía en su clase política en general, que da lugar a que los electores busquen una opción en alguien contrario al sistema y opten por los denominados outsiders, que podría tener consecuencias imprevisibles para nuestro país.

Retomando el asunto de la sobre exposición mediática del presidente, pareciera que García estuviera constantemente buscando temas para mantenerse en la cresta de la ola, que muchas veces lo hacen “meter la pata” . Por ejemplo planteó la pena de muerte para los terroristas, y cuando el congreso archiva el proyecto, prosigue tercamente con el tema planteando un referéndum para que sea la población la que decida sobre el particular.

Parece que el presidente ignora que la constitución prohíbe que se pueda someter a consulta popular este tema, porqué sería un retroceso en lo concerniente a los derechos humanos, aunque la misma haya previsto la pena de muerte para el caos de terrorismo agravado.

Además, para someter el asunto a referéndum, el APRA necesitaría 61 votos en el Congreso, que no los tiene. ¿Entonces el presidente no sabe digerir bien una derrota?...Y por el contrario busca enfrentar al parlamento bajo la dirección de una correlegionaria, al decir que el parlamento nacional no atiende el sentir popular que en mas de un 80% pide la pena de muerte para los terroristas?

No siempre lo que la masa pide es lo mas conveniente para el país. La función de un líder no es sólo estar en sintonía con lo que la mayoría pide, sino en saber educar y guiar a esa población.

Par impresionar a su auditorio mediático García exagera cifras y dice que hay 1,208 casos pendientes en la CIDH, que costarán al Perú millones en indemnizaciones. Después su ministra de Justicia debe aclarar que en realidad son sólo 478 casos en el ámbito supranacional, de los cuales solamente uno se encuentra pendiente en la Corte interamericana. Asimismo la ministra Zavala tuvo que admitir que 23 casos fueron vistos en la corte, de los cuales 22 recibieron sentencia y queda pendiente el caso del dirigente minero Saúl Cantoral asesinado durante el anterior gobierno del presidente García por el grupo paramilitar Rodrigo Franco, supuestamente liderado por el ex ministro aprista Agustín Mantilla.

Entonces de donde saca el presidente las cifras, que después la propia ministra de justicia y también el premier deben admitir que no son ciertas. Por el contrario lo que el presidente ha conseguido es que los suspicaces digan que lo que el presidente busca es encontrar un parachoque para el caso pendiente de Cantoral, que involucra a un caso ocurrido durante su gobierno.

De igual forma el exabrupto presidencial de acusar de terrorista a un pobre e inocente campesino torturado y muerto por miembros del ejército, a quien la CIDH ha determinado que el estado le pague una indemnización de US$200,000, dio lugar a la protesta de familiares y medios que se solidarizaron con los familiares de Bernabé Baldeón García, el aludido “campesino terrorista”. A García no le quedó otra que pedir disculpa a los familiares del difunto.

Sería aconsejable que el presidente no tuviera tanto protagonismo mediático, como los errores antes descritos que podrían significarle algún costo político. Como quien dice : ¡en boca cerrada no entran moscas!