Hasta la fecha, los católicos han sido, junto a las mujeres blancas, uno de los grupos sociales más fieles en su apoyo a Hillary Clinton. Fue gracias al respaldo de este bloque de votantes como la ex primera dama consigui

ó victorias importantes en estados como Massachusetts, Ohio y Texas. Con un importante peso demográfico en el estado de Pensilvania —se calcula que representan un tercio del electorado demócrata—, Clinton espera que esta comunidad sea de nuevo la clave que le permita obtener este martes una nueva y decisiva victoria.

Barack Obama, junto a Caroline Kennedy y Bob Casey en Scranton. (Foto: AFP)

En concreto, la ex primera dama ha obtenido el 53% de los votos católicos en las primarias ya celebradas, frente al 36% de Barack Obama. Sin embargo, el senador de Illinois no se da por vencido y, al igual que su rival de Nueva York, ha contratado a varios asesores electorales dedicados en exclusiva a captar el voto católico, que se han unido al "consejo asesor católico", un grupo formado por teólogos, monjas y académicos.

Además, Obama ha enviado a Pensilvania a algunas de las más conspicuas personalidades católicas que le apoyan para que convenzan a los votantes de su compromiso con la doctrina social de la iglesia católica, especialmente en aspectos como la justicia social y la lucha contra la pobreza.

Y es que, como Clinton, Obama tiene una postura diferente a la oficial de la iglesia en cuestiones que han marcado la agenda política en los últimos ciclos electorales, como el aborto o los derechos de los homosexuales, por lo que ambos están interesados en resaltar otros asuntos que les vinculan a los puntos de vista de los católicos.

Bob Casey, senador de Pensilvania muy popular entre su comunidad católica, de la que forma parte, es una de las armas más poderosas del candidato afroamericano. "No estoy de acuerdo con él en algunos asuntos, como el aborto", ha declarado Casey, que, no obstante, apoya a Obama por su compromiso social. En un reciente programa de televisión sobre la religión, el aspirante explicó que asistió a una escuela primaria católica y resaltó que ésta era "una de las muchas cosas" que le une a Casey, que se encontraba entre el público.

La ex primera dama no ha querido ser menos y ha hecho pública una carta en la que Kathleen Kennedy Townsend y Robert Kennedy Junior —ambos hijos del malogrado Robert Kennedy—, en la que éstos escriben que "los católicos tienen un socio en Hillary Clinton, que trabajará para conseguir el bien común para todos los ciudadanos de Pensilvania y de América".

Clinton no es católica, pero pertenece a la iglesia metodista, considerada progresista en cuestiones morales y moderada en sus actitudes de proselitismo, lo que ha favorecido sus buenas relaciones con la iglesia católica.

El poder de la marca Clinton

Sin embargo, Burns Strider, director de la campaña de captación del voto católico de la candidata, no considera que el éxito entre este grupo de votantes tenga que ver con sus creencias religiosas. "No hay una fórmula secreta, ni un gran mensaje clandestino. Se trata de gente de clase media y clase trabajadora cuyos valores encajan muy bien con los de la senadora", sostiene Strider. Por lo que parece, un grupo entre el que ella es especialmente popular es el de las monjas.

De hecho, los votantes católicos responden a perfiles culturales muy diferentes. Por ejemplo, las motivaciones y valores de un católico hispano de Texas o California pueden divergir bastante de las de uno de Ohio o Massachusetts.

No obstante, es cierto que muchos de ellos comparten unas características económicas parecidas, pues pertenecen a clases de renta media-baja y baja que, independientemente de su religión o credo, han apoyado a Clinton durante todo el ciclo electoral.

Según varios analistas, la aspirante se ve beneficiada por el recuerdo que estos votantes tienen de la prosperidad económica registrada durante la presidencia de su marido y prefieren apostar por la seguridad que ofrece la marca Clinton.

Fuente