Hay que saber leer entre líneas. Alan García había de alguna manera adelantado que mantendría en el “remozado” gabinete a su controvertido e ineficiente ministro del Interior Luis Alva Castro.
Tras el desliz de su primer ministro, Jorge del Castillo, sobre la prorización de obras sociales para aquellos pueblos que favorecieron al APRA con su voto, y que motivaron que éste pusiera su cargo a disposición; creemos que ni el mas acérrimo opositor dudaba que Del Castillo sería ratificado en el premierato y así lo dijimos en pasado artículo.
Un apoyo importante del presidente del Consejo de Ministros, viene del empresariado nacional, quienes respaldan mayoritariamente su gestión al frente del primer gabinete de García, sobre todo considerando la luna de miel que mantiene con estos y su prédica por lograr mayor inversión. Por lo tanto era improbable que García se haya referido a Del Castillo cuando expresó que ratificaría a un ministro así no le guste a la gente.
Por lo tanto a quien se refería Alan era, claro está, a su compañero de partido Lucho Alva, a quien había mantenido anteriormente pese a garrafales errores políticos por todos conocidos.
Pero cual puede ser el poder de Alva Castro, si tiene en cuenta que su figura es un lastre para la imagen presidencial, y que muchos de los puntos de caída en la percepción ciudadana de gestión del gobierno, habían procedido anteriormente por la deficiente gestión del inquilino del despacho de Córpac.
Salvando las abismales distancias entre este gobierno democrático y el dictatorial de Fujimori, donde el ahora prisionero ex mandatario no podía deshacerse de su socio Vladimiro Montesinos, a pesar de los consejos de su propia hija Keiko, los suspicaces se pueden preguntar que secreto le conocerá Alva a García, para que prefiera ratificarlo en el cargo, a pesar de la opinión mayoritaria de la población que pedía su cambio.
Hasta el partido aprista había sugerido su cambio, en mas de una ocasión, a pesar que para la “exportación” lo defendían de las censuras en el Parlamento. No se puede aducir entonces, razones partidarias. El ahora ex ministro de Salud, Carlos Vallejo, también es aprista y a él si se atendió la sugerencia del cambio de las bases partidarias.
García manifiesta que prefiere ministros políticos que sepan comunicar. Hubiéramos preferido que el presidente prefiera ministros que sepan gestionar eficazmente su cartera.
Con relación a los otros cambios, poco podemos agregar. Le damos el beneficio de la duda a Garrido Lecca como ministro de Salud, que de salud pública debe estar en la vía publica, pero esperemos que sepa asesorarse adecuadamente, y no lleve asesores ni viceministros que luego que luego tenga que expectorarlos a paso de polca como le sucedió en su gestión en el Ministerio de Vivienda y Construcción.
Nos parece un acierto el trueque de puestos entre Flores Aráoz y Allan Wagner. El ex pepecista Antero Flores Aráoz en Defensa, es un político de peso, cuajado en la cosa política que puede continuar la aceptable gestión de su antecesor Allan Wagner. Ahora que ya no tiene el problema de su ex partido el PPC, que le impidió anteriormente integrar el primer gabinete de García. Allan Wagner, ha sido canciller en el primer gobierno de García y también en el de Toledo, es un diplomático de carrera y conoce a profundidad el tema de la delimitación marítima con Chile, por lo tanto nadie mejor que él para defender los intereses del Perú en la Corte de la Haya.
Los nuevos ministros Rosario Fernández en Justicia, Mario Pasco en Trabajo y Enrique Cornejo en Vivienda son las novedades que podrían refrescar las carteras que ahora desempañarán, y esperemos que exitosamente.
Etiquetas: opinión, Perú, Política
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