'Milagro de Navidad' en Bélgica
El hielo recubría bancos, coches y aceras por toda la ciudad, pero esta invernal madrugada ha sido una de las noches negociadoras más calientes de este otoño en Bruselas. Mientras los ministros de la UE se repartían las cuotas pesqueras, Guy Verhofstadt lograba un nuevo Gobierno para Bélgica, 192 días y alguna hora después de las elecciones.
El 'premier' liberal flamenco, que perdió las elecciones del 10 de junio tras ocho años en el poder, humilló con su eficacia al ganador, el nacionalista democristiano Yves Leterme, que tras medio año de intentos abandonó, a principios de diciembre, su misión para construir la necesaria coalición entre francófonos y neerlandófonos del pequeño y dividido país.
En poco más de 24 horas desde su nombramiento como 'formador' de Gobierno, Verhofstadt logró un acuerdo entre los cinco grandes partidos a los dos lados de la frontera lingüística para formar un Ejecutivo provisional que permita salir de la parálisis.
El 'premier', desde 1999 en el poder, liderará un gabinete pentapartito hasta finales de marzo -cuando se debería constituir un Gobierno definitivo, tal vez el mismo, con otro primer ministro-, con los democristianos flamencos y francófonos, los liberales de ambos lados y también los socialistas francófonos, los más castigados en los comicios por sus escándalos de corrupción en la empobrecida Valonia, pero que han logrado colarse en este Gobierno de 'salvación nacional'.
El liberal flamenco, que ha recuperado su popularidad en el país por el contraste con el torpe Leterme (especializado en insultar a los francófonos), ha logrado que le diga "sí" hasta 'Madame Non', Jöelle Milquet, la democristiana francófona que no cedía a las pretensiones de Leterme sobre la reforma del Estado, que separará aún más el rico norte flamenco del deprimido sur valón.
En principio, Milquet se resistía también a participar en el gabinete de Verhofstadt, que deberá empezar el debate sobre las reformas federales. Pero, sobre las dos de la madrugada, la valona ya había cedido y el portavoz de Verhofstadt, Kurt Debeuf, pudo anunciar: "El primer ministro ha desbloqueado la situación".
El Gobierno, si obtiene el apoyo del Parlamento –descontado por la presencia de todos los grandes partidos en el acuerdo-, tendrá poderes para aprobar cambios presupuestarios, aplicar las directivas comunitarias y firmar tratados como el de Lisboa sin que haya riesgo de impugnaciones.
Pero el bautizado 'Gobierno de Navidad' caducará con la llegada de la primavera –Verhofstadt se ha auto-impuesto el límite del 23 de marzo, cuando, según los expertos, podría empezar el debate real sobre la reforma que enfrenta a francófonos y neerlandófonos y, de nuevo, los problemas, sobre todo si Leterme intenta ser el premier.
Según algunos analistas, como Bart Maddens, politólogo de la flamenca Universidad de Lovaina, este Gobierno es, después de todo, sólo una "ficción" para calmar las críticas exteriores y para que "los periodistas extranjeros dejen de escribir artículos sobre Bélgica".
La crisis de fondo, que tendrá que afrontar cualquier Ejecutivo, es una agudizada tensión entre las dos principales comunidades lingüísticas del país. Del debate parlamentario, el enfrentamiento ha llegado hasta a los concursos de belleza.
La ganadora de Miss Bélgica, Alizée Poulicek, de padre checo y madre valona, tuvo que aguantar sonoros abucheos cuando en su coronación en Amberes, el sábado, no entendió una pregunta en neerlandés y la contestó en francés. El conflicto entre las dos regiones está derivando en una peligrosa persecución de dudosa legalidad incluso en el respeto del mercado interior de la UE.
La localidad de Zaventem, a las afueras de Bruselas y sede del aeropuerto, acaba de aprobar una norma por la que los compradores de terrenos municipales en la zona deben obligatoriamente hablar neerlandés o demostrar que lo aprenderán.
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Etiquetas: internacional
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