Las economías asiáticas no parecen próximas a perder su dinamismo
A pesar de las dudas que generan el desplome del yen y la creciente polución china
Algo raro está ocurriendo en el sistema financiero mundial: una de sus tres principales monedas se está desgastando y a nadie parece importarle.
El yen bajó en junio al menor tipo de cambio que jamás ha tenido frente al euro y a lo mínimo en cuatro años y medio frente al dólar, al tiempo que los inversionistas enviaban fondos al extranjero en busca de mayores rendimientos. La moneda japonesa está contradiciendo las expectativas de que sería apuntalada por el crecimiento económico y el riesgo de que se suban las tasas de corto plazo.
¿Qué sucede? Una explicación son los indicios de que la tan esperada recuperación japonesa está perdiendo impulso. Otra es mucho menos advertida: que hay un vacío de poder en Tokio.
La popularidad del primer ministro Shinzo Abe sigue disminuyendo según se aproximan las elecciones de la cámara alta del parlamento del 29 de julio. Es muy probable que Abe sea reemplazado. No parece que vaya a hacer nada que inquiete a las compañías exportadoras o que reduzca la marcha de la economía apoyando el fortalecimiento del yen, y los inversionistas lo saben. Aun si Abe conserva el cargo, la flaqueza del yen parece ser su única estrategia económica.
Pues eso precisamente es lo que los dirigentes del Japón debieran hacer. He aquí tres razones.
Primero, el yen puede estar socavando la confianza del consumidor. El eslabón perdido de la más prolongada recuperación económica japonesa desde la Segunda Guerra Mundial es conseguir que los consumidores gasten más. Eso no ha sucedido porque las presiones competitivas del extranjero impiden que las compañías suban los salarios. ¿Será el yen una de las causas?
LA EXTINCIÓN DEL YEN. La singularidad de Japón es la frecuencia con la que se les recuerda a las personas que el yen está en baja: en vallas publicitarias, en periódicos, en estaciones ferroviarias, en trenes y taxis. Es difícil pasar por alto el hecho de que el yen parece estar en una depresión perpetua. Con recordatorios de que el poder adquisitivo va cayendo a diario, no se mejora la psicología del consumidor.
Segundo, es posible que los socios comerciales no sigan guardando silencio. Las autoridades de Europa, la región que está cargando con el grueso de las consecuencias de la debilidad del yen, han alzado la voz ocasionalmente en los últimos años. Aun así, Estados Unidos evita criticar al Japón. Ese arreglo no puede durar mucho más.
Tercero, es hora de que Japón trate de frenar el llamado arbitraje cambiario. El ministro de Hacienda japonés, Koji Omi, advirtió a los inversionistas hace poco de que no se dejaran seducir por "las operaciones cambiarias unidireccionales". En eso precisamente consiste el tomar prestado en yenes baratos y transferir los fondos a unos activos más rentables en ultramar, y es por ello que dichas operaciones se tramitan con tanta frecuencia.
Cuando todo se malogre, las autoridades de Tokio querrán estar preparadas para afrontar el riesgo de que les echen la culpa. Los operadores son oportunistas y el Banco de Japón no es exactamente el culpable de que ellos estén explotando las tasas de interés niponas de casi cero. Aun así, cuando el arbitraje cambiario tenga un descalabro en un entorno de apuestas sumamente apalancadas, será uno de los colapsos más predichos de la historia. Al Japón le conviene ir desinflando esta burbuja.
CHINA Y LA INFLACIÓN. ¿Quién jamás pensó que habría que recelar del dentífrico que ofrecen gratis los hoteles? Gracias a China, éste puede sumarse a la lista de los inconvenientes y riesgos que los viajeros internacionales tienen que afrontar.
China, el mayor exportador de bienes de consumo del mundo, defiende la calidad de sus productos tras una serie de escándalos sobre pasta dental venenosa, alimentos contaminados y juguetes peligrosos.
"No hay problema con las exportaciones chinas, sobre todo en lo que a la seguridad humana se refiere", dijo Wang Xinpei, vocero del ministerio de comercio de China, en Pekín el 28 de junio. "La calidad de las exportaciones chinas está garantizada".
No hay problema alguno, sino los crecientes informes de prensa sobre este producto venenoso, aquel contaminado y el otro inseguro. La prensa ha informado hasta de agua embotellada falsa.
Todo esto perjudica a China. Puede ser aún peor para la inflación mundial.
Por años, la mano de obra barata de China y su prodigiosa capacidad fabril fueron fuerzas deflacionarias. Eso está por cambiar porque los consumidores se percatan de que la mercancía que compran barata puede ser de dudosa calidad. China también se está percatando de la necesidad de combatir la creciente contaminación del medio ambiente.
Se ha sabido por mucho tiempo que los salarios chinos subirían con ese crecimiento económico de once por ciento y los aumentos del nivel de vida. Ahora parece que los problemas de control de calidad y contaminación creciente acelerarán ese proceso. Los días en que China restringe la inflación mundial pueden estar contados.
UN CURIOSO MICROCOSMO. Tony Fernandes sigue volando por lo alto, trayectoria que dice tanto sobre la economía de su nativa Malasia como del conjunto del Asia.
Contra viento y marea en diciembre del 2001, Fernandes fundó AirAsia Bhd., la primera aerolínea de pasajes baratos del sudeste asiático y la de mayor dimensión. El empresario acometió el proyecto poco después de los atentados terroristas del 11 de septiembre en Estados Unidos, un pésimo momento para las mayores aerolíneas del mundo, y ni hablar de las que apenas comenzaban y eran casi desconocidas. Muchos pensaron que Fernandes fracasaría.
En cambio, el ejecutivo de 43 años ha quintuplicado la rentabilidad de AirAsia desde el 2003. Y el 1° de julio Bloomberg News informó que la aerolínea planea encargar 25 aviones de un solo pasillo, un pedido de US$ 1.800 millones, a Airbus SAS. Con el trato llegan a 175 aviones A320 que AirAsia ha encargado.
Todo esto constituye un curioso microcosmo de a dónde se encamina Asia. Al igual que las economías del Asia, muchas de sus aerolíneas se estrellaron en las postrimerías de los años noventa del siglo pasado cuando el crecimiento desbocado y el exceso de capacidad dieron lugar a una crisis financiera. Esta vez el crecimiento de las aerolíneas asiáticas -y de las economías del continente- es mucho menos irracional.
Las sólidas ganancias de AirAsia pueden ser un augurio de sólido crecimiento en las economías y los mercados de la región.
La demanda de viajes dentro del Asia está creciendo rápidamente.
La razón es que los niveles de vida suben y que los consumidores confían en que las cosas se pongan aún mejores.
Las economías del Asia, al igual que AirAsia, no parecen próximas a perder altura. No en balde se están disparando los mercados de la región.
Etiquetas: economía
Vínculo
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