El espionaje chileno al Perú

El jueves pasado, el Servicio de Inteligencia Militar (SIM) peruano, detuvo a Víctor Ariza, un sub oficial de la Fuerza Aérea del Perú, bajo el cargo de haber servido de espía al vecino país. Es probable que la próxima semana, el gobierno que preside Alan García, pida la extradición de dos militares chilenos, para que sean indagados en Lima, como presuntos cómplices de Ariza.

Siempre cautelosa, sobre todo en materia de política exterior, Michelle Bachelet pidió a sus ministros que se abstengan de responder a la denuncia de espionaje formulada por el Perú . La presidenta chilena prefiere estudiar el caso, que enturbia las de por si complicadas relaciones entre ambos países, antes que reaccionar de forma precipitada.

Chile ha respondido a los cargos que le plantea su vecino, por boca del ex ministro de Asuntos Exteriores, Ignacio Walker. El veterano diplomático insinúa que los peruanos inventaron una historia de espionaje, para sabotear las negociaciones entre Santiago y Washington, sobre el suministro de misiles tierra-aire del tipo Stringer y AIM-120C y radares de fabricación norteamericana, a la Fuerza Aérea Chilena (FACH).

En los mismo términos se manifestó en el ex comandante de la FACH, Ricardo Ortega, al señalar que la captura del supuesto espía “demuestra que Alan García tiene interés, vaya a saberse por qué, de provocar a La Moneda (sede la presidencia)”.

Puntos de vista

El analista Jorge Risopatrón, del Centro de Estudios Interamericanos (CEI) sustenta la misma teoría pero desde otro punto de vista. “No es que García quiera enemistarse con Chile. Por el contrario, su visión de la economía y de la política exterior concuerda plenamente con la de Bachelet.

Pero el presidente peruano es incapaz de resistir las presiones del ala más radical del Estado Mayor y del Partido Nacionalista Peruano (PNP) que lidera el populista de ultraderecha, Ollanta Humala”, sostiene Risopatrón.

Pese a la estrecha colaboración que Perú mantiene con Chile en el plano económico y turístico e incluso a los rasgos culturales que comparten –el idioma coloquial, el humor, la cocina- la herencia de la Guerra del Pacífico (1879) cuando Chile se apropió de las provincias sureñas de Perú y de Bolivia, empaña hasta el día de hoy las relaciones bilaterales.

Por ejemplo, García está convencido que Michelle Bachelet y el boliviano Evo Morales, han llegado a un acuerdo secreto para que Bolivia recupere su salida al Océano Pacífico, a través de un corredor que transcurriría a lo largo de un territorio que antes de la citada conflagración, le pertenecía a Perú.

¿Acuerdos secretos?

No sólo que el gobernante peruano (y todos sus antecesores) considera que un acuerdo de esta naturaleza sería una violación del derecho internacional: tampoco le interesa perder los beneficios que obtiene Perú al compartir su frontera meridional con Chile. El intercambio de productos entre ambos países, a través de los pasos terrestres, supera los 300 millones de dólares al año.

A los generales peruanos no les cabe duda de que Chile se está preparando para la guerra. Ellos se remiten a los 2.000 millones de dólares que Chile ha invertido en armamento, desde que Michelle Bachelet llegó a la presidencia. La flota de aviones de la FACH es la segunda más moderna de Sudamérica, después de la de Brasil; su armada cuenta con dos submarinos Scorpene de última generación, fabricados en España y Francia.

Las fuerzas terrestres poseen 342 tanques alemanes del tipo Leopard y sistemas de artillería AIFV de origen belga. “Digan lo que digan los chilenos, su arsenal no tiene nada de defensivo. Está concebido para el ataque y cualquiera sabe quien es el enemigo que tiene en mente”, afirma el ex jefe del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas peruanas, vicealmirante Jorge Montoya.

Fuente: El Mundo

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