El proyecto de infraestructura más ambicioso y paradójico de la era Kirchner, que unirá a las tres principales ciudades del país (Buenos Aires, Rosario y Córdoba) costará 3.300 millones de dólares.

El Gobierno argentino y un grupo empresarial liderado por la francesa Alstom anunciaron ayer la construcción de un tren de Alta Velocidad que unirá a Buenos Aires con la provincia de Córdoba, en el que sería, de concretarse, el primer tren de alta velocidad de América Latina.

El anuncio estuvo a cargo de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, quien hizo un llamado al "optimismo" a la hora de anunciar la obra que para la mandataria no es más que el ingreso del país "a la modernidad".

La obra, que costaría alrededor de 3.300 millones de dólares, se anuncia justo en el momento en que Argentina establece un nuevo récord en materia de transporte. En los primeros 13 días del año, 81 personas perdieron la vida en las obsoletas rutas privatizadas desde los tiempos de Carlos Menem.

Mediante un decreto, el Gobierno otorgó el tren de Alta Velocidad al consorcio Veloxia, en el que además de la francesa Alstom (su socio principal) y la constructora española Corsán, participan dos empresas argentinas, Iecsa e Imepa.

El inicio de las obras está previsto para dentro de 60 días, y será la obra más importante decidida por el Estado Argentino en las últimas décadas.

Primeras críticas

Aún así, el proyecto ya encontró críticos por la forma de financiamiento a través de bancos franceses, justo cuando Argentina tiene una negociación pendiente para refinanciar su deuda externa con el Club de París (acreedores europeos).

El 90 por ciento del costo total de la obra será financiado por el banco francés Societé Generale, a una tasa inicial del 10 por ciento. La garantía del Estado argentino será la emisión de un bono.

De ahí que el matutino Económico Ámbito Financiero pusiera en duda no sólo el costo final de la obra y si llegará a buen puerto, sino también que "generará más deuda, cuando Argentina tiene una equivalente al 57 por ciento de su PIB".

Del acto participaron también, junto a la presidenta Kirchner, el secretario de Transporte francés, Dominique Bussereau y el embajador en Buenos Aires, Fréderic Baleine du Laurens, además de gobernadores y funcionarios.

Con graves problemas en materia aerocomercial, con los trenes convencionales en manos privadas y en la más absoluta obsolescencia, y con las rutas destruidas como consecuencia del "boom" de las agroexportaciones, Argentina buscará tener el tren a 350 kilómetros por hora en un plazo de 36 meses, según el decreto, y ante la carencia del concurso público para la obra.

El TGV que unirá Buenos Aires, Rosario y Córdoba, de acuerdo con el Gobierno, será el primero. Después habrá otro que unirá Buenos Aires y Mendoza, ya que según la jefa de Estado "con estas obras, Argentina está dando un salto a la modernidad diferente, que viene a complementar un desarrollo en materia de articulación vial, de comunicación y de transporte que se desarrolla en todo el país".

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