El peligroso juego de ensuciar la política
Es un deporte común en nuestra política criolla el canibalismo político, ese afán de destruir moralmente al rival, para desprestigiarlo ante la masa electoral y tornarlo en un eunuco político para que no haga mella al que ostenta el poder.
El partido de gobierno no le gustan las críticas de sus adversarios y muchas veces ha dado muestras de una intolerancia extrema, atacando a sus opositores con tácticas que ensucian la política.
Varias veces hemos tratado en el pasado el afán presidencial de atacar frontalmente al ex presidente Alejandro Toledo, con la finalidad de ganar puntos de aceptación popular. Al saliente ex mandatario, el procurador nombrado por el gobierno, Gino Ríos, lo ha encausado en una serie de acusaciones, muchas de ellas banales, que como hemos dicho en su oportunidad, configuraban una persecución política. En el colmo de lo absurdo una juez (ensalzada por el propio presidente García de ser “imparcial”) decretó el impedimento de salida del país de Toledo cuando éste se encontraba en el extranjero.
Aunque no se puede probar la participación del gobierno en la última denuncia a Toledo, de una supuesta violación (que después devino en sólo intento de violación), si resulta extraño que el congresista Gustavo Espinosa, de poca credibilidad y de no pocos “anticuchos” (por lo que es fácil de manipular), fuera el que estuviera detrás de la misma, luego de visitar la oficina del congresista aprista Velásquez Quesquén, quien era el encargado de evitar a toda costa la censura del vapuleado ministro del Interior Luís Alva Castro.
Al parecer la supuesta agraviada, que asentó una ocurrencia policial en estado de ebriedad, ahora no quiere formalizar denuncia alguna, pero como ha dicho el magistrado que ve el caso, el congresista Espinosa no tiene nada que hacer en el caso, porque él no ha sido el violado, ni tiene que estar presionado para que se haga el encauzamiento judicial respectivo.
Ayer, continuando con el detritus político, ante la denuncia del congresista chacanista Carlos Bruce, el ministro de Vivienda, Garrido Lecca, ha acusado a su crítico con denuncias de enriquecimiento ilícito. Ante los ojos de la nación, es lamentable que dos figuras políticas, ministro y congresista opositor intercambien acusaciones basadas en “indicios” que no hace mas que ensuciar la política.
Como ya lo hemos dicho antes, y lo reiteramos ahora, el descrédito del oponente político, mancha a toda la clase política, de forma tal que parafraseando al inefable presidente venezolano Hugo Chávez, el pueblo ve a todos sus políticos como “caimanes del mismo pozo”.
¿Quien sale ganando con esa basura política?...¡NADIE!... Sólo se abona el terreno político para el advenimiento de un outsider radical en las próximas elecciones generales, que con una propuesta mesiánica de cambiarlo todo, puede llevar al país a destinos impredecibles.
La democracia supone un gobierno en el poder que gobierna y una oposición que fiscaliza. Supone tolerancia por parte de los que gobiernan, a las críticas de sus opositores políticos, y que estos últimos realicen una oposición constructiva, en pro de la gobernabilidad del país. Pero, no porqué ministros cuestionados por su ineptitud sean interpelados o censurados, significa que se esté atentando contra la gobernabilidad, como el oficialismo en forma maniquea trata de hacer creer, desarrollando toda una serie de argucias para salvar el cuello de sus ministros con problemas de gestión. Estos actos del oficialismo, ante el electorado, enturbian la política que finalmente deterioran la imagen de todos.
Ahora no todo se puede achacar al gobierno. Como toda acción genera una reacción, cuando se hacen acusaciones ligeras, se podría dar el caso que congresistas opositores por citar un caso, se cuelguen por ejemplo de la denuncia de un arrepentido integrante del comando paramilitar Rodrigo Franco- de notoria participación en crímenes de militantes senderistas, durante el primer gobierno de García- que señala que el actual presidente conocía y apoyaba las actividades del ilegal comando paramilitar.
Hay que tener pues cuidado en no seguir ensuciando la política, porque las consecuencias al final la vamos a pagar todos. Ya no queremos mas sustos en futuras elecciones, porqué ahora nuestros políticos, estén enfrascados en sacarse los ojos, al utilizar denuncias como chantajes políticos.
Tampoco queremos decir que deban apañarse actos de corrupción. Por el contrario, se debe luchar frontalmente contra ese flagelo que mina nuestras instituciones, pero con pruebas fundamentadas.
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Etiquetas: opinión, Perú, Política
Vínculo
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