El problema del transporte terretre en el Perú
El problema del transporte en el Perú es que no existe una real política de estado en esta materia. La ministra de Transportes y Comunicaciones, Verónica Zavala, anunció hace unos meses su Plan de Tolerancia Cero y sin embrago la racha de lamentables accidentes en las pistas de todo el territorio nacional continuaron. Es mas, en días pasados estos fueron de tal magnitud, por la cantidad de accidentes y las numerosas perdidas de vidas, que algunos opositores al régimen ya hablaban de interpelar a la ministra.
Entonces el gobierno empezó a jugar al Gran Bonetón…¿Yo señor? ¡No señor! ¿Pues quién las tiene?: ¡El Gran Bonetón! ... Para acallar las críticas enfiló sus baterías hacia los gobiernos regionales, acusándolos de no apoyar las inspecciones del plan de tolerancia cero.
Ya en un artículo pasado habíamos advertido que el gobierno había transferido funciones de sopetón a los gobiernos regionales, la mayoría de los cuales no tenían los recursos humanos, ni las capacidades técnicas para asumirlos. El presidente García haciendo una especie de autocrítica expresó que tal vez había que retornar algunas de las funciones transferidas a las regiones para centrarlas nuevamente en el gobierno central.
Los presidentes regionales han respondido que el gobierno les ha pasado funciones pero no los recursos económicos respectivos, con lo cual poco pueden hacer.
La ministra de Transportes ha admitido que su sector tenía unos cuantos inspectores para realizar las tareas de control y que se incrementaría el número de estos a nivel nacional. Otro problema que recién el gobierno ha tomado en cuenta es la falta de revisiones técnicas. Pero a tenor de lo dicho por la ministra esas revisiones serán inspecciones visuales sobre el grosor de la cocada de rodamiento, la existencia del SOAT, los espejos, luces y otras cosas que pueden medirse a ojo de buen cubero, como la documentación del vehiculo y del conductor.
Ante la inexistencia de centros especializados equipados especialmente para asumir las revisiones técnicas en cada departamento, este procedimiento visual debe ser el inicio de estos procedimientos de control; pero de inmediato debe haber una coordinación entre el gobierno central y los gobiernos regionales para que en cada capital de departamento exista la planta de revisión respectiva. Por lo tanto se debe proporcionar las partidas presupuestales y los recursos humanos capacitados y técnicos, así como las especificaciones técnicas que tiendan a estandarizar la calidad y equipamiento de estas plantas de revisión.
Otro problema que ningún gobierno se ha atrevido a enfrentar, es la gran informalidad en el transporte terrestre. El asunto se empezó a incubar en el gobierno de Fujimori con la autorización de la importación de los vehículos con timones cambiados que saturó el mercado automotor nacional, con vehículos adaptados y viejos. Si bien en ese momento el transporte fue la válvula de escape para los despedidos por las privatizaciones emprendidas por ese gobierno, quienes encontraron un medio de auto empleo, esa problemática no puede continuar indefinidamente.
Entonces el gobierno empezó a jugar al Gran Bonetón…¿Yo señor? ¡No señor! ¿Pues quién las tiene?: ¡El Gran Bonetón! ... Para acallar las críticas enfiló sus baterías hacia los gobiernos regionales, acusándolos de no apoyar las inspecciones del plan de tolerancia cero.
Ya en un artículo pasado habíamos advertido que el gobierno había transferido funciones de sopetón a los gobiernos regionales, la mayoría de los cuales no tenían los recursos humanos, ni las capacidades técnicas para asumirlos. El presidente García haciendo una especie de autocrítica expresó que tal vez había que retornar algunas de las funciones transferidas a las regiones para centrarlas nuevamente en el gobierno central.
Los presidentes regionales han respondido que el gobierno les ha pasado funciones pero no los recursos económicos respectivos, con lo cual poco pueden hacer.
La ministra de Transportes ha admitido que su sector tenía unos cuantos inspectores para realizar las tareas de control y que se incrementaría el número de estos a nivel nacional. Otro problema que recién el gobierno ha tomado en cuenta es la falta de revisiones técnicas. Pero a tenor de lo dicho por la ministra esas revisiones serán inspecciones visuales sobre el grosor de la cocada de rodamiento, la existencia del SOAT, los espejos, luces y otras cosas que pueden medirse a ojo de buen cubero, como la documentación del vehiculo y del conductor.
Ante la inexistencia de centros especializados equipados especialmente para asumir las revisiones técnicas en cada departamento, este procedimiento visual debe ser el inicio de estos procedimientos de control; pero de inmediato debe haber una coordinación entre el gobierno central y los gobiernos regionales para que en cada capital de departamento exista la planta de revisión respectiva. Por lo tanto se debe proporcionar las partidas presupuestales y los recursos humanos capacitados y técnicos, así como las especificaciones técnicas que tiendan a estandarizar la calidad y equipamiento de estas plantas de revisión.
Otro problema que ningún gobierno se ha atrevido a enfrentar, es la gran informalidad en el transporte terrestre. El asunto se empezó a incubar en el gobierno de Fujimori con la autorización de la importación de los vehículos con timones cambiados que saturó el mercado automotor nacional, con vehículos adaptados y viejos. Si bien en ese momento el transporte fue la válvula de escape para los despedidos por las privatizaciones emprendidas por ese gobierno, quienes encontraron un medio de auto empleo, esa problemática no puede continuar indefinidamente.
Es imprescindible entonces que el gobierno debe empezar a formalizar el transporte.
Foto: Terminal de Ominibus - Retiro - Buenos Aires, Argentina ...¿Alguna vez tendremos algo así aquí en Lima?
Para empezar los paraderos informales para el transporte interprovincial como los que existen en el cono norte en Fiori y el cono sur de Lima, deben desaparecer y construir en cambio un gran y moderno terrapuerto (tal vez dos) con la infraestructura e instalaciones adecuadas, servicios higiénicos limpios y con todas las comodidades para los pasajeros, donde los buses salgan en forma ordenada y a horas establecidas.
Aquí no deberían aceptarse de ninguna manera los buses camión. Asimismo para aquellos propietarios de uno o dos buses, el estado debe apoyarlos para que se asocien con otros y formen pequeñas empresas, donde se respeten la normas sobre la calidad y capacidad de los chóferes y cobradores, personal de relevos en las rutas largas, etc. Lo principal es que en cada ciudad importante debería haber un terrapuerto; lo que supone una concertación de esfuerzos y capacidades entre el gobierno central, los gobiernos regionales y municipales provinciales.
Sobre las revisiones técnicas se debe tener en cuenta la experiencia negativa que hemos observado en la abortada planta de revisiones técnicas de la Municipalidad de Lima, que después del tiempo transcurrido y ante la pelea entre los socios españoles ganadores de la buena pro, entre otros problemas, han determinado que hasta la fecha no se tenga en el país una planta de inspección técnica vehicular de avanzada.
El otro factor importante es el factor humano. Los conductores deben respetar la normatividad existente en el transporte terrestre, para lo cual tanto los inspectores técnicos como la policía nacional deben aplicar las sanciones correspondientes a aquellos conductores que no respetan las reglas de tránsito, que manejan en estado de ebriedad, desterrandose las practicas corruptas de aceptar las conocidas coimas para “hacerse de la vista gorda”. Solo así se empezara a cambiar la preocupante realidad de nuestro transporte terrestre nacional.
Etiquetas: opinión
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